Recordando a Carl Gustav Jung

Pocas figuras más influyentes en el pensamiento contemporáneo que el psicólogo suizo Carl Gustav Jung. Según relata uno de sus biógrafos, el día de su muerte una tormenta eléctrica se formó sobre su casa en Kusnacht y un relámpago cayó sobre el árbol favorito del Jung, como una especie de sincronicidad en la que el universo atestiguaba su muerte y revelaba un orden secreto en la entropía.

La obra de Jung, su incontenible pasión por investigar la sombra del ser humano para iluminarla, lo convierte probablemente en el más grande arqueólogo del alma que tiene el pensamiento occidental en el último siglo. Entre las múltiples aportaciones de Carl Jung se destaca su teoría de un inconsciente colectivo común a todos los seres humanos, en la profundidad de su psique, el cual está compuesto por una serie de arquetipos (los dioses de la antigüedad habitan en el hombre como símbolos y enfermedades) que solamente se hacen conscientes de manera secundaria pero que dan forma a los contenidos psíquicos del individuo y se trazan como patrones recurrentes. Como médico del alma humana, Jung llamaba a hacer consciente el inconsciente, a afrontar la sombra de la persona, atravesar el inframundo y plantar cara a los demonios de nuestro psiquismo para, cual héroe medieval que asesina al monstruo, poder encontrar nuestra individuación y beber del grial délfico de nosotros mismos, en autoconocimiento y autorrealización —para vivir en el centro de nuestro propio mandala.

A Jung también le debemos ese enigmático concepto de la sincronicidad: eventos que ocurren conjuntamente sin aparente relación causal pero que son observados de manera significativa. Jung creía que la vida no era una serie de eventos azarosos sino la expresión de un orden más profundo, que llamaba Unus mundus (un concepto similar a la Totalidad Implicada de David Bohm o el Spiritus Mundi de W.B. Yeats). La sincronicidad puede ser vista como una manifestación de este orden profundo en la superficie de nuestra existencia cotidiana, a manera de una epifanía concatenante. Jung creía que, al igual que los sueños, la sincronicidad jugaba el papel de dirigir la conciencia egocéntrica del hombre hacia una integración holística.

Jung dice de la muerte: “Debido a sus peculiares facultades, la psique no está confinada al tiempo y al espacio, puede tener visiones y sueños del futuro […] sólo los ignorantes desconocen estos hechos, es evidente que existen y han existido por mucho tiempo. Estos hechos señalan que la psique, en parte al menos, no está sujeta a estos confinamientos. Ya que la psique no está bajo esta obligación de vivir sólo en el tiempo y el espacio, en ese sentido la psique no está sujeta a esas reglas, lo cual sugiere una continuación de una existencia psíquica más allá del tiempo y el espacio”.

Otro de los grandes intereses de Jung fue la alquimia, en la que encontró una analogía de los procesos de la psique humana, haciendo de la transformación de cualquier sustancia en un equivalente de integrar la sombra (los metales bases de la historia psíquica) y producir el oro, hacer consciente la individualidad, trascender el ego y llegar a la totalidad del ser.

Celebrando a Carl Jung les compartimos una serie de citas encontradas en diversos puntos de su obra que reflejan, con justicia poética, el talento que hace de Jung una de las mentes más brillantes en la historia humanidad y de su obra el gran referente que tiene nuestra civilización en el proceso de desvelar su espíritu y despertar de lo que James Joyce llamó “la pesadilla de la historia”.

“Tus visiones se aclararán sólo cuando puedes ver en tu propio corazón. Quien ve hacia afuera, sueña; quien ve hacia adentro, despierta”.

“Hasta que hagas consciente el inconsciente, dirigirá tu vida y lo llamarás destino”.

“Todo lo que nos irrita en los demás puede llevarnos a un entendimiento de nosotros mismos”.

“Las personas hacen lo que sea, no importa lo absurdo, para evitar enfrentarse con su propia alma”.

“El privilegio de la vida es volverte quien en realidad eres”.

“Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo la oscuridad consciente”.

“Nada tiene una influencia psicológica más fuerte en su ambiente y especialmente en sus hijos que la vida no vivida de un padre”.

“Donde reina la sabiduría, no hay conflicto entre pensar y sentir”.

“Todo depende de cómo vemos las cosas y no de las cosas en sí mismas. La cosa más pequeña con significado es más valiosa en la vida que la cosa más grande sin significado”.

“Existe un pensamiento en las imágenes primordiales, en símbolos que son más viejos que el hombre histórico, que yacen innatos en él desde los tiempos más remotos, viviendo eternamente, más allá de todas las generaciones y que conforman la estructura fundamental de la psique humana. Sólo es posible vivir al máximo cuando estamos en armonía con estos símbolos; la sabiduría es un regreso a ellos”.

“Un hombre que no ha pasado el infierno de sus pasiones nunca las ha superado. Hasta donde podemos discernir, el único propósito de la existencia human es encender una luz en la oscuridad del mero ser”.

“El sueño es una pequeña puerta oculta en los más secretos fueros del alma, abriéndose a la noche cósmica que era psique mucho antes de la conciencia del ego y que permanecerá psique no obstante cuánto se extienda nuestra conciencia de ego”.

“Dios ha dejado de ser contenido por la religión y ha caído en los corazones humanos —Dios encarnando. Todo nuestro inconsciente es un alarido del Dios que quiere conocer y ser conocido”.