Hace unas semanas ofrecimos por mi Instagram la posibilidad de realizar preguntas que personalmente contesté.
Muchas personas escribieron inquietudes muy interesantes que nos permiten abrir nuestra mente, pero una en particular me movilizó a repasar en unos segundos años de experiencia acompañando procesos de sanación: “¿Se puede revertir una enfermedad terminal?”.
He tenido la oportunidad de acompañar a personas pronosticadas con muy poco tiempo de vida que se sanaron y otras que por patologías menores dejaron este plano. Realmente alguien puede saber ciertamente cuándo una enfermedad es terminal?
En el curso de formación profesional de terapeutas en Biodecodificación Kausay abordamos como ejemplo la historia de Anita Moorjani que escribió el libro “Morir para ser yo”, en él narra su experiencia con la Leucemia que la llevó a estar desahuciada, en coma, con sus órganos colapsando y su familia despidiéndola, en ese momento tuvo una ECM (experiencia cercana a la muerte) sale de su cuerpo, se ve desde el techo y adquiere lo que se llama consciencia completa. En ese estado comprende para qué necesitó su enfermedad, vuelve a su cuerpo, despierta del coma de una manera milagrosa para los médicos y en cinco meses estaba completamente recuperada sin rastros de la enfermedad. Esta mujer estuvo literalmente muerta, sanó y se curó gracias a los años de enfermedad que seguramente le permitieron aprender a vivir.
Nuestra responsabilidad en esta vida es aprender, crecer, evolucionar y definitivamente cada desafío nos impulsa a emprender este camino, si así lo elegimos porque podemos quedarnos en el sufrimiento y dejar de vivir aunque nuestro corazón continúe latiendo. Reconoces personas de tu entorno que viven sin vivir? aletargados en las luchas con las circunstancias que los rodean y perdiéndose la posibilidad de disfrutar de la vida? Cuantas veces nosotros mismos estuvimos en ese mismo lugar?
Por eso planteamos a nuestros alumnos claramente la diferencia entre curarse y sanar. Curar es un proceso de afuera hacia adentro intentando eliminar síntomas que entorpecen la cotidianidad, en cambio sanar es un movimiento de adentro hacia afuera, es una transformación que nos permite vivir de tal manera que ya dejan de ser importantes los síntomas, es un renacer.
Podemos perder una pierna y sanar, a pesar de que la pierna no se haya recuperado, y nuestro cuerpo esté impactado por la pérdida y la dificultad para movilizarnos. También podemos pasar por el hospital e irnos de alta a casa, con nuestra enfermedad curada, pero sin haber sanado.
La diferencia entre la sanación y la curación está en nuestro interior, en lo que aprendemos a partir de la enfermedad y cómo lo integramos a la vida. La diferencia está en la aceptación. La sanación es un nuevo estado de conciencia que se experimenta gracias a la enfermedad, nos permite tomar consciencia y hacer cambios en nuestra vida para dejar atrás los estilos de vida que generan insatisfacción, sobrecargas, sacrificios, sosteniendo una mascara para complacer a los demás.
Pero en ocasiones realizar estos cambios parece imposible y aunque nos esforcemos en modificar nuestra forma de vivir, repetimos las situaciones de sufrimiento que nos sumergen en la decepción. Esto se debe a que repetimos patrones o programas ancestrales inconscientes para poder tener la posibilidad de tomar consciencia y sanar. Por eso es tan importante que los procesos de sanación nos permitan recodificar esos patrones y poder decidir libremente sobre nuestras vidas.
Nuestros alumnos además de aprender desde el conocimiento, experimentan estas transformaciones en ellos mismos, logrando los recursos que les permitan ser acompañantes de otros. Sanando juntos logramos que nuestra “campana” del corazón suene libre y feliz, invitando a todos los que puedan escucharla a vivir una vida diferente, siendo completamente nosotros mismos.
Que este final del 2020 sea para ti, un nuevo renacer a la vida, la que nos merecemos todos los humanos.
Abrazo del alma !
Fabián Garella
23/12/2020
www.fabiangarella.com