La fresca brisa marina del amanecer me invita a caminar, una oportunidad de meditar en movimiento que ofrece el escenario perfecto para que las sincronicidades se manifiesten, eso que sucede y no es por casualidad sino que tiene un sentido en relación con el estado interno. Es esa magia, los regalos de la vida que se presentan frente a ti justo cuando no la esperabas.
Respirar el aroma de la playa, sentir la arena húmeda en los pies, el sonido de las olas y las gaviotas me transportan, pero de pronto miro hacia el mar y un bote recién amarrado por su dueño que regresaba de pescar, sobresale de los demás, y una frase en su franja lateral llama mi atención “el sol sale para todos”. Desde ese momento una cantidad de recuerdos y sensaciones aparecen en mi, las que determinaron la necesidad de compartirlas en este artículo.
Todos sabemos que el sol no “sale” ni tampoco “se esconde” aunque son expresiones que utilizamos cotidianamente. El sol está siempre allí, es nuestro planeta tierra que con el movimiento de rotación sobre su eje se expone a su luz, lo que llamamos “día”, o nos coloca a la sombra y experimentamos la “noche”. Siendo la estrella de nuestro sistema planetario es tan importante que sin su presencia no habría vida en la tierra y con la misma importancia incide en todos los seres vivos.
Pero la afirmación “sale para todos” me hizo recordar a tantas personas que he conocido en mi vida terapéutica que transitaban lo que podríamos llamar la “noche oscura del alma”, deprimidos, viviendo una vida sin sentido, ahogados en angustias, atormentados por el miedo a la enfermedad, perdidos en el laberinto que la vida les proponía sintiéndose sin salida. Para cualquiera de ellos, en esos momentos, el sol estaba oculto por grandes y densos nubarrones negros, viviendo en automático, subsistiendo, muertos en vida.
Y cuántas veces a nosotros nos tocó caminar por esos oscuros senderos en donde parece que nada puede ayudarnos a salir, el ser humano necesita de las crisis para encontrarse con el dolor y entonces tomar nuevos rumbos. En ocasiones nos estancamos en el dolor transformándolo en sufrimiento que puede acompañarnos por décadas o toda la vida. Pero lo más interesante de la frase en el bote, es su sentido ya que nos puede regalar una gran enseñanza. El sol siempre ha estado y seguirá estando allí, pero depende exclusivamente de cada uno de nosotros cómo vivir: en la luz o en la oscuridad.
En los talleres que ofrecemos como en los cursos de formación, cuando estudiamos el universo como el entorno que nos rodea cada día y que distinguen nuestros sentidos, los alumnos comprenden que la realidad no existe como tal, no es más que la construcción que realizamos desde nuestros programas y lo que percibimos es diferente en cada ser humano aunque compartamos la misma situación. Todo lo que existe en nuestra realidad lo estamos eligiendo, casi siempre inconscientemente y automatizamos esa forma de experimentar la vida. Los días lluviosos son tristes, el trabajo es una obligación, si no tienes hijos no serás feliz, lo único que importa es el dinero, si no estudio seré un fracasado, y cuantas otras frases que condicionan nuestra realidad y así nos sentimos cada día. Para el cerebro no hay nada mejor que aplicar los caminos neuronales conocidos repitiendo una y otra vez pensamientos, emociones y acciones.
No te ha pasado sentirte triste o angustiado y pese a la ayuda de otras personas, querer seguir sintiéndote mal? Querer gritar: “¡déjenme deprimirme tranquilo!”. Es mucho más fácil para el cerebro mantener la química que ya conoce el cuerpo: serotonina, noradrenalina y dopamina, sustancias químicas responsables del estado de ánimo, que generar un cambio que va a demandar energía extra para accionar, pensar y sentir diferente.
Disponemos de muchos estudios científicos que vinculan la falta de luz solar con la depresión, en países nórdicos o en invierno es donde se tiene menos contacto con el sol y se registran las tasas de suicidio más altas, por lo que existe una relación biológica respecto a la luz solar y las emociones. Pero sabemos que lo biológico está condicionado por lo emocional y si incorporamos este abordaje el sol representa arquetipos sumamente importantes: la energía, la luz es papá, pero también el sol nos da vida (que nos ofrece mamá cuando nacemos). Por lo tanto sentir que no tengo derecho a ser YO, a vivir mi vida, sentirme atrapado sin poder elegir mi propio camino, cayendo todo el tiempo en la desvalorización y la culpa, buscar la aceptación y el reconocimiento de otros esperando que alguien venga a rescatarnos, seguramente nos mantendrá en la victimización y en la oscuridad de la noche. Será la mejor forma inconsciente de seguir esperando la bendición de papá y el cariño de mamá.
Pero si tomo consciencia de que soy libre de mis elecciones, que mi vida es solamente mía y que solamente yo puede estar cambiándola, si nos damos la oportunidad de SER quienes realmente somos, imperfectos, aprendiendo de las equivocaciones, dejando de lado la opinión de los demás, sabiendo que las emociones que he sentido siempre son herencias emocionales que otros sintieron antes que yo, entonces cambiando la mirada, dejando atrás las sombras y los nubarrones estaré logrando conectarme con la luz y la vida que merezco vivir. Recuerda: todo éxito se funda en los fracasos pasados, utiliza la experiencia para cambiar tu vida, si continúas haciendo siempre lo mismo obtendrás los mismos resultados.
Cambiar demanda acción, decisión, actitud, elección, manifestar el poder del corazón ahora, palpitar la vida, solo cuando nos impulsamos a salir de las emociones conocidas es cuando ponemos en marcha zonas del cerebro que cambian los neuroquímicos, incentiva la creatividad y aparecen cantidad de nuevos caminos para explorar que antes no podíamos siquiera imaginar.
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El sol sale para todos,
iluminarte depende de ti.
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